Reinterpretar el patrimonio. Hotel ATRIO, Mansilla+Tuñón.
Un ejercicio de notable sensibilidad arquitectónica en el Casco Histórico de Cáceres es la propuesta de los arquitectos Luis M.Mansilla y el fallecido Emilio Tuñón para dar respuesta al programa planteado por los promotores del Hotel Relais Chateau y Restaurante Atrio. Una intervención en un entramado urbano complejo y sobre dos edificaciones existentes de muy diverso carácter: un edificio de tres plantas dispuesto a lo largo de la Calle de los Condes y una vivienda de dos plantas construida a principio de los ochenta en la Plaza de San Mateo.
Un proyecto cargado en sus comienzos de polémica cuando en 2006 se presenta la primera versión del mismo en la que se propone erigir una fachada de nueva planta, que guardaba claras semejanzas con la fachada del Auditorio Ciudad de León, también obra de Masilla+Tuñón,lo que provocó una fuerte oposición ciudadana.Esta presión, junto al dictamen desfavorable de la Comisión de Seguimiento del Plan Especial de Protección del Casco Histórico, culminó con la decisión del ayuntamiento de denegar el permiso municipal para ese proyecto.
Conforme al Plan Especial de Protección del casco Histórico, en 2007 se propone una segunda solución en la que la intervención ha perdido parte de su esencia inicial, dejando atrás un edificio de líneas contemporáneas en su exterior para ajustarse la normativa del Plan en relación a fachadas, alturas, volúmenes y texturas, proceso que, por otra parte, ha dado lugar a un arquitectura más híbrida, donde la arquitectura actual convive con la arquitectura histórica de una forma más amable.
El resultado es un edificio que se “esconde” tras las antiguas fachadas de las edificaciones preexistentes, y en las que la máxima intervención viene de la mano de la apertura de nuevos huecos, conservando el carácter de los muros, a través de los cuales se manifiesta una nueva arquitectura, dejando patente el paso del tiempo…
” La nueva edificación se comporta como un cangrejo ermitaño que se introduce dentro de una caracola ya sin vida, que son los restos existentes de las dos antiguas edificaciones”.
Se adopta la tipología tradicional de organización en los cascos históricos, reinterpretando la disposición de la construcción en torno a un patio abierto y un jardín posterior, haciendo respirar al nuevo edificio.
Su frío exterior pétreo nada tiene que ver con su interior construido por completo en madera, de distintos materiales y colores que dan como resultado un espacio cálido y acogedor. Las paredes de láminas de roble lacadas en blanco, el suelo de granito negro, las escaleras de mármol impoluto, los detalles en caoba y haya, las líneas verticales blancas que trazan los pilares en oposición a las verticales negras del techo, las grades ventanas, la luz que entra por el patio…provocan una exquisita sensación de serenidad en el ambiente.
El proyecto consigue una construcción respetuosa con el carácter del lugar donde se encuentra instalada, con el objetivo de que convivan en armonía tradición y contemporaneidad. Un edificio integrado en el entorno mediante su fachada original de mampostería que envuelve una intervención rompedora y atrevida. Un ejercicio de reinterpretación del patrimonio, premio FAD de Arquitectura 2011.
