Un hotel con vistas al Cántabrico
No todo en este blog van a ser clásicos de la arquitectura, grandes arquitectos o premios de prestigio, quiero mostraros también trabajos desconocidos de arquitectos desconocidos a mi juicio interesantes, lugares a los que no debéis dejar pasar la oportunidad de visitar, para conocer esa “otra arquitectura” alejada de las grandes firmas.
Es el caso del Hotel Haitzalde, un pequeño hotel de seis habitaciones situado en un marco incomparable, sobre un acantilado del Mar Cantábrico muy próximo al precioso municipio de Mutriko y a 33 km de San Sebastián. La tradición marinera y pescadora de Mutriko, la buena conservación del caso urbano y sus playas hacen de este pueblo un destino de visita obligada.
Esta pequeña casa rural, de arquitectura sencilla, pero a la vez contemporánea, desprende magia y tranquilidad. Un negocio familiar y acogedor de gente arraigada a la tierra.
“Haitzalde es el lugar donde jugábamos desde niños, donde veníamos a conocer el mar, sus rocas y acantilados. Es el lugar donde crecerán nuestros hijos, donde nuestro abuelo comenzó con sus manos a trabajar la tierra y donde nuestros padres perpetúan su legado.
Haitzalde es una atalaya del mar cantábrico, que desde el alto nos permite viajar por los acantilados del País Vasco, donde el mar, caprichoso en sus colores y tonalidades, nos brinda su brisa y nos embriaga con su salitre, y los verdes pastos se convierten en alfombras naturales para el descanso. Es el lugar donde vivimos ligados a la tierra, trabajándola y amándola, respetándola y cuidándola”.
Sus propios dueños me contaban que cuando tomaron la iniciativa de montar este negocio, con la intención de construir una casa familiar a la que adosar un pequeño hotel, la idea era la de proyectar una vivienda tradicional, quizás una casona de arquitectura vasca de muros de mampostería, cubiertas inclinadas y balconadas y contraventanas de madera, pero que cuando se pusieron en contacto con un íntimo amigo arquitecto, la idea de éste era radicalmente opuesta. Lo dejaron literalmente en sus manos, con plena confianza de que el resultado sería espléndido, y acertaron.
Haitzalde ha conseguido una arquitectura innovadora a partir de elementos sencillos y materiales tradicionales, pero a su vez integrada en el entorno. Un cubierta inclinada ajardinada es el elemento más característico del conjunto, abriendo el edificio como un proyector hacia el mar, cuya mirada se complementa con elementos como terrazas mirador y grandes ventanales. Un interior que invita al exterior, pero donde no falta la calidez en el invierno, y un exterior en el que incluso se percibe el salitre del Cantábrico.
Poco más puedo decir de este encantador rincón del Cantábrico, juzgad vosotros mismos con esta imágenes…