REHABILITACIÓN DE LA HACIENDA SANTA ANA

REHABILITACIÓN DE LA HACIENDA SANTA ANA


No quería dejar pasar la oportunidad de mostraros un gran trabajo de rehabilitación en el municipio de Tomares que he podido visitar y recorrer en numerosas ocasiones, dado que allí es donde he vivido la mayor parte de mi vida…

El 2004 el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra lleva a cabo esta cuidada rehabilitación de la Hacienda Santa Ana a partir de un conjunto de edificios en ruinas, algunos de los cuales ya habían sido intervenidos con anterioridad, para su adecuación a los servicios administrativos del Ayuntamiento de Tomares.

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Si bien Tomares no cuenta con un patrimonio arquitectónico rico o destacable, si podemos encontrar en el municipio varios ejemplos de haciendas de olivar, que constituyen construcciones rurales de gran interés arquitectónico del Bajo Guadalquivir, como son la Hacienda El Carmen, la Hacienda La Alquería o la propia Hacienda Santa Ana, siendo ésta última el conjunto edificatorio de mayor interés y riqueza patrimonial del municipio.

La hacienda presenta la estructura típica de este tipo de construcciones del siglo XVIII, con dos áreas diferenciadas: la zona de labor y el señorío, que se completa con un magnífico jardín.

La intervención, nada conservacionista, y a buen criterio, como toda buena obra de rehabilitación, elimina todas las intervenciones anteriores e introduce una nueva arquitectura de lenguaje moderno, partiendo de los fundamentos de lo existente. Se genera así un puente desde lo nuevo hacia lo antiguo, manteniendo un diálogo natural.

La intervención no sobreestima la relación antiguo-calidad, es decir, elimina todos los elementos carentes de valor arquitectónico, constructivo o histórico, conservando únicamente la arquitectura de calidad. Se trata, en palabras del arquitecto “de escuchar el viejo edificio. Nos referimos a una actitud que considera que los conceptos de conservación y renovación no son conceptos enfrentados, sino que por el contrario, las preexistencias constituyen un material estimulante para el nuevo proyecto”.

Se mantiene el señorío, que con fachada barroca, resuelve el acceso al conjunto, y en el que se ubican las funciones más públicas. Este se conecta en planta alta, a través de una galería acristalada de nueva construcción sobre el acceso, con lo que fuera la casa de los guardeses, en la que ahora se sitúan las oficinas de la policía local.

15La intervención pone en valor la estructura de patios existentes y, además, la amplía, generando un amplio espacio exterior en el que se generan recorridos entre las edificaciones nuevas y las existentes, y resolviendo la topografía mediante rampas que conectan dichos patios y generan transiciones entre ellos de forma que se puede recorrer todo el conjunto caminando patio a patio sin necesidad de entrar en ningún edificio.

Este hecho es una reinterpretación actual del ordenamiento espacial y funcional típico de las haciendas, que normalmente se articulan alrededor de uno o varios patios.

A la intervención se añaden tres cuerpos nuevos, uno que funciona de nexo de unión entre los dos conservados y que concentra las salas de los grupos políticos y el salón de plenos, otro que ocupa el lugar de la vivienda de la antigua casa del guarda (actualmente dependencias de la policía local) y por último un nuevo cuerpo que se añade al fondo de la parcela que albergará las zonas para la alcaldía.

En la zona edificada se distingue claramente entre lo nuevo y lo antiguo, pero sin embargo las nuevas intervenciones no desentonan con su entorno inmediato produciéndose una transición de forma natural.

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En esta rehabilitación de la Hacienda Santa Ana, el jardín cobra un especial protagonismo. Tanto, que este gran espacio verde se convierte en el vestíbulo del Ayuntamiento. En su perímetro de muros encalados existen varias entradas donde los visitantes pueden acceder al Consistorio atravesando un vergel de palmeras canadienses, cipreses, pinos, algarrobos, etc.

La zona de jardines se subdivide en dos zonas, una más orgánica que se organiza a partir de unas trazas rectas sobre un paisaje natural donde prima la vegetación y la otra más regulada, con un pavimento de ladrillo que es dominada por unas láminas de agua que la ordenan y definen.

En definitiva, en todo el conjunto se aprecia la intencionalidad compositiva de los volúmenes, el cuidado en las transiciones de los espacios y el interés en la resolución de los detalles constructivos, ofreciendo una imagen teñida de contemporaneidad.

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[Texto: Ana Muñoz González]

[Fotografía: Duccio Malagamba, Jesús Granada]